Espirales en el ombligo (Spanish Edition) by Marbel Bela

Espirales en el ombligo (Spanish Edition) by Marbel Bela

autor:Marbel, Bela [Marbel, Bela]
La lengua: spa
Format: epub
editor: éride ediciones
publicado: 2013-04-28T06:00:00+00:00


—Tengo que dejarte. Mañana hablamos.

Mark sintió que apresaban su corazón en un puño. Los monosílabos,

los silencios, ese tono distante… Así hablaba Caroline cuando que-

ría poner distancia entre ellos, pero él normalmente seguía con su

vida hasta que ella volvía a aparecer. Sin embargo, no pudo hacerlo

en esa ocasión. Tenía que saber qué era lo que había cambiado, si An-

nie estaba sufriendo… Si se sentía culpable, él podría reconfortarla.

90 BELA MARBEL

Paso el resto de la tarde con Carlos sin atreverme a pensar en nada.

A las ocho suena el timbre de la UCI y Lucy entra en el box.

—Ana, es para ti. Te buscan.

—No quiero ver a sus padres, no puedo decirles nada nuevo.

—Es el americano.

—¿Mark? ¿Le has dicho algo?

—No —como no hago por moverme, Lucy me coge de la

mano y tira de mí para que me levante.

—Vamos, ve a hablar con él.

A duras penas me levanto y me dirijo hacia la puerta. Al salir

le veo allí, de pie, tan grande… Lleva la chaqueta del traje en la

mano, la corbata floja, una cartera colgando del hombro y el pelo

algo revuelto. Al verme salir viene hacia mí, se inclina para darme

un beso en los labios pero yo giro la cara y me lo da en la mejilla.

De reojo veo a los padres de Carlos mirando intrigados la escena.

—He subido a rehabilitación y Rachel me ha dicho que esta-

bas aquí. Te he traído un bocadillo por si tenías hambre —lo saca

de la cartera y me lo da.

—Gracias —acierto a decirle.

Voy hacia los padres de Carlos para informarles de que no

hay nada nuevo y les aconsejo que se vayan a casa a descansar. Les

prometo que pasaré allí la noche y que les avisaré si hay algo nue-

vo; me hacen caso, me abrazan y se van, no sin antes echarle un

último vistazo a Mark. Me vuelvo hacia él muy despacio.

—¿Me vas a contar qué pasa? —me pregunta mientras me

acaricia el labio para evitar que siga mordiéndomelo.

—Vamos fuera, al jardín —una vez allí me siento en un ban-

co, subiendo los pies y abrazándome por las rodillas.

—¿Quiénes eran esos que me miraban con mala cara? —se

preocupa sentándose a mi lado—. ¿Qué les ha pasado?

—Son los padres de Carlos —no le he mirado mientras

respondo.

—Ya. ¿Qué ha hecho? —su voz suena tensa pero suave, se

nota que se está conteniendo. Le cuento lo que sé, que tampoco

es mucho, y por fin giro mi rostro hacia él.

—¿Me culpas a mí? Por lo de ayer.

—No, no. Llevaba un ritmo imposible, tarde o temprano te-

nía que pasarle algo así.

—Está bien. ¿Has llamado a Clara?

—No, no sé qué hacer.

Espirales en el ombligo 91

—Interrumpir su luna de miel es su decisión, no la tuya; tie-

ne derecho a saber lo que pasa.

—Es fácil decirlo.

—Nada de esto es fácil para mí. Nada lo es desde que te co-

nocí, pero no es el momento de hablar de eso. Me voy, llámame si

necesitas algo.

—Mark —le detengo cuando ha dado ya dos pasos para ale-

jarse—. No quiero complicarte la vida. Lo de las dos semanas era

un juego, no tienes obligación de volver a verme.



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